6 de diciembre de 2007

SIEMPRE HABRA UN MAÑANA


SIEMPRE HABRÁ UN MAÑANA

El fracaso nos derrumba.

Se nos oscurece la vida y se nos pierde el

camino. Cuando nos muerde el dolor, olvidamos toda la

dicha vivida y nos parece que ya nunca podremos sonreír.

La traición, de los que creíamos más fieles, nos hace

desilusionarnos de la amistad y caer en la duda.

La calumnia, nos hace sentirnos como niños indefensos,

que cierran los ojos, ante la amenaza y se encogen, hasta

la estatura del polvo... Es como en las noches de insomnio,

en que parece que nunca llegara la madrugada. Es así.

Lo sabemos por experiencia. Y es cuando necesitamos regar

con nuestras lágrimas, la esperanza, que en nuestro jardín,

ha de ser siempre la última flor que se marchita. Porque

no hay noche tan larga, capaz de detener un día nuevo. Ni

"Hay mal que dure cien años". Es bueno pensar, cuando llueve,

que esa tristeza, fecundará la tierra para la primavera.

Recordar que una salud radiante, importa más que el tajo

doloroso de un bisturí. Cuando alguien nos insulta

cobardemente y nos apedrea el huerto frutal, corremos

el riesgo, de olvidar que ese árbol, volverá a florecer

y a dar su fruto, sin cansarse de dar...

A media noche la pena y la derrota.

Cuando atardece la desilusión.

Cuando se nos muere la risa como el sol.

Cuando se nos apagan una llama, que hemos cuidado

tanto, para alumbrarnos en la tiniebla inevitable,

es consolador y entusiasmante recordar que:

SIEMPRE HAY UN MAÑANA.

" Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre
vuelve a brillar entre las nubes."


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