27 de abril de 2009

LA MUERTE DE LAS EDITORAS TRADICIONALES

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LA MUERTE DE LAS EDITORAS TRADICIONALES
1ra parte. By Michael Levin*( New York Times)
Traducción: By Alexandria Library.

Hace algunas semanas murió la industria editorial. La debacle
económica fue el meteorito que golpeó al dinosaurio en la
mismísima frente. La única sorpresa fue que las editoriales
tradicionales duraran tanto.

Los despidos de los ejecutivos de la industria, los recortes
masivos de personal en las más importantes casas editoras, así
como la decisión de por lo menos una de las grandes editoriales
de no aceptar nuevas propuestas de libros indican, de conjunto,
el fin de la influencia de las grandes empresas del ramo. Por
supuesto, seguirán operando para alimentar con libros de
celebridades a un público obsesionado con ellas, y lo harán a
través de puntos no tradicionales de venta de libros, como
Wal-Mart y los supermercados locales. Pero el ramo que
comenzó con editores que amaban los libros y publicaban lo
que ellos querían está desapareciendo, víctima de su
incapacidad para encontrar una razón de ser en el mundo de
Internet y la impresión según demanda.

Los despidos son la consecuencia inmediata de una economía
que se hunde, pero la muerte de la publicación tradicional es,
en realidad, un suicidio. El ramo editorial devino demasiado
grande y necio para poder sobrevivir, una víctima de su propia
arrogancia y sus prácticas comerciales insensatas.

¿Quién escogió esto?

¿Existe acaso otra industria que escoge sus novísimas ofertas
a partir del capricho colectivo de un grupo de personas
(los responsables de las adquisiciones) que apenas poseen
experiencia comercial? ¿Existe alguna otra industria que
produzca miles de productos nuevos cada año y sólo brinde
apoyo mercadotécnico a un puñado de ellos? Incluso los
Tres Grandes del automotor realizan pruebas de mercado
de que sus autos aparezcan en los salones de exhibición.

Dificultades para publicar

Hace 20 años, los editores hablaban de la regla del 80-20: el
80 por ciento de los dólares para publicidad se destinaban al 20
por ciento de los libros. Hoy, la regla más bien es del 90-10, o
incluso del 99-1. Si el doctor Phil publica un libro nuevo en el
mismo catálogo de autores noveles, obtendrá todos los dólares
de mercadotecnia, mientras que un autor nuevo tendrá que
conformarse con las migajas. Como resultado de ello, las ventas
del autor novel serán tan escasas que los agentes y editores
tomarán la (mala) decisión de que la obra de éste nunca podrá
venderse, por lo que el autor jamás conseguirá un contrato.

Cuando entro en una biblioteca o una librería y estudio las
nuevas ofertas de las grandes editoriales acabo siempre
haciéndome las mismas tres preguntas: ¿Por qué decidieron
publicar esta obra? ¿Quiénes, según aquéllas, desean en
realidad adquirirla? ¿Qué otras obras rechazaron si fue ésta
la que contrataron?

A fin de cuentas, ¿qué nos ofrecen las grandes editoriales?
Sobre todo lo mismo, una y otra vez: tratados políticos que
se inclinan a la izquierda o la derecha (pero que ofrecen más
calor que luz).


Libros de dietas y ejercicios que no son más que un refrito de lo
dicho por otros libros de dietas y ejercicios: coma menos y
muévase más. Libros que reciclan a otros autores dándoles un
giro religioso o con un nuevo punto de vista en cuanto a cómo
hacer más dinero. O libros que no se cansan de hablar pero no
dicen nada nuevo.

En una ocasión el director ejecutivo de una gran cadena editorial
admitió que sólo el 2 por ciento de los libros de sus tiendas se
vendían; el resto era “papel de tapizar”. En realidad, debido a la
mala calidad del material que publican y el escaso esfuerzo que
hacen por vender libros, las grandes empresas no actúan como
si se preocuparan de su negocio.

Ray Bueno
Miami, Fla. USA

"La vida es un proceso, en donde cada uno de nosotros
es responsable del resultado del mismo":

Autor: Ray Bueno"