24 de abril de 2008

TU VIDA, TU OBRA....



TU VIDA, TU OBRA


Nos hicieron. Nos hicieron mal, bien, nos lastimaron, nos
halagaron, nos usaron, nos amaron, nos desecharon, nos cuidaron,
nos excluyeron, nos manipularon...

Hemos sido la arcilla y los demás sus alfareros. Y hemos sido
a su vez inconscientes alfareros de otros. Muchísima gente vive y
muere así: hecha por los demás (padres, maestros, jefes, parejas,
el gobierno, la publicidad...). Pero hay otra gente también: la alfarera
de sí misma. Quien en algún punto vio cómo estaba hecho por los
demás, e hizo de eso su propia arcilla. Como si fuera una pelota de
plástico hundida por patadas o puñetazos, que un día dijo: 'Basta!'.

Y juntó tanta fuerza desde su centro que comenzó a expandirse,
hasta ir recobrando su digna esfericidad: aquello que nació para ser.

Todos somos pelotas abolladas.

Pero quizás... la abolladura cobre pleno sentido si se convierte
en una invitación para que la pelota active su centro y lo despliegue.

Para eso hace falta un acto esencial:

Renunciar a quienes no somos, a lo que no tuvimos, a lo que
habríamos querido que fuera, reclamándole al pasado.

La arcilla es lo que hay, no lo que creemos que 'tendría que
haber sido'.

Una persona así ya no aspira a cumplir con un ideal de sí misma
(lo cual siempre es frustrante y equívoco), sino a descubrir quien
realmente es, y aprovechar lo mejor de sí, haciendo de ello el sentido
de su existencia.

D. T. Suzuki (uno de los principales difusores del Zen en
Occidente) los definió como 'artistas de la vida': su obra no es necesariamente un poema o una pintura, sino lo que hacen con
lo que la vida les dio.

Van gestando su libertad interna con paciencia, con dedicación,
con tanta pasión y desvelos como cualquier artista plasma su obra.
Pero el logro principal, en éste caso, no es la resultante final, sino el
acto mismo de trabajar sobre sí.

Y el artista de la vida sabe que no todo saldrá como habría
querido.

Que al decidir hacerse desde adentro se encontrará con las consecuencias de decisiones que tomó cuando él era aún 'los demás'.

Entonces procurará transformar esas situaciones aparentemente inmodificables en
cincel para su auto-escultura: aceptará ser pulido por su aspereza,
o ser lustrado por su suavidad. Quizás pueda hacerlo de a ratos, y a
veces se sumerja en renegar de lo que es. Pero conservará, muy íntimamente, algo innegociable:

El Intento (como le llamaba Castaneda).

El Intento de ser lúcido, de ser fiel a sí mismo con la mayor lealtad
de la que sea capaz. Sólo así se es autor de la propia vida, y deja uno
de actuar los libretos que escribieron los demás.

Volviendo a Suzuki, éste lo dijo así:

“No puede esperarse que todos seamos científicos, pero estamos constituidos de tal
manera por la naturaleza, que todos podemos ser artistas; no, por supuesto, artistas especializados, como pintores, escultores, músicos, poetas, etc., sino artistas de la vida.
Esta profesión, 'artista de la vida', puede sonar a algo nuevo y raro,
pero en realidad todos nacemos artistas de la vida y, sin saberlo, la mayoría de nosotros no logramos
serlo y el resultado es que hacemos un desastre de nuestras vidas
... [...]'.

Los artistas de cualquier tipo tienen que usar uno u otro
instrumento para expresarse, y así, mostrar su capacidad creadora en
una u otra forma.

El escultor tiene que tener piedra, madera o yeso, y un cincel o
algún otro instrumento para imprimir sus ideas sobre el material.

Pero un artista de la vida no necesita salirse de sí mismo. Todo el material, todos los implementos, toda la capacidad técnica que se
requieren ordinariamente, están dentro de él desde que nace, quizás
aún antes de que sus padres le dieran la vida. [...].

En esa persona, cada uno de sus actos expresa originalidad,
capacidad creadora, su interioridad viva. No hay en ello
convencionalismo, conformidad ni motivación inhibitoria. Su
conducta es como el viento que sopla donde quiere. No tiene un yo encasillado en su
existencia fragmentaria, limitada, restringida, egocéntrica.

Ha salido de su prisión.

Uno de los grandes maestros zen de la época,T´ang dice: '

'Un hombre que es dueño de sí mismo y, donde quiera que se
encuentre, debe comportarse con fidelidad a sí mismo'.

A este ser humano,... es al que yo llamo el 'verdadero artista de
la vida. '

Ray Bueno
Miami, Fla. USA

Cooperación especial de: Gipsy Elkis Fernandez Gonzalez